La historia cuenta que yo sólo tenía un año de vida cuando el sueño de una joven pareja comenzó. Dicen que mi padre hizo nuestro logotipo de su puño y letra y que entre los dos, mi padre y mi madre, atendían a sus clientas, limpiaban las vitrinas y definían las colecciones y sacaban las cuentas.
Que así comenzaron y siguieron años de trabajo con principios claros de ahorro, respeto y generosidad. Después, el ojo visionario y ambicioso de mi padre, le dio la oportunidad de comprar un local en II Etapa de Cabecera y otro en la III Etapa con el que se cerraría el primero.
Mis padres siempre hablaron con gran orgullo, el haber comenzado juntos. Nunca sabremos el momento exacto en que los sueños o una gran historia comienza. Sin duda lo estaban haciendo sin imaginarse que su trabajo daría paso a una marca muy querido por los Santandereanos que hoy, sigue siendo sinónimo de experiencia, calidad y estilo.
Reflexionando después de dos años de entrar a trabajar con ellos sobre cuál ha sido el secreto de su éxito, concluyo que ha sido la gratitud.
¿Por qué?, he comprendido que su negocio se forjó con el deseo de brindarle sustento a lo que ellos más querían, sus hijos y que al permitírselo «la gratitud«, ha sido el capital que se ha reinvertido en cada colección.
Por eso hoy, gracias al trabajo constante de mis padres y a ustedes, madres que nos presentaron a sus hijas, hijas que se convirtieron en madres y madres que se convirtieron en abuelas, nuestra carca tiene una historia.
Por ustedes y por mis padres, por éste trabajo tan lindo hecho, siento que la gratitud seguirá siendo el capital que guiará mis pasos.
Buscaré escribir nuevas páginas de ésta historia, de la cual, todas hacemos parte.
